A veces, la vida entrelaza destinos de manera sorprendente, y en el mundo del béisbol en estos días por la victoria en la Serie del Caribe Miami 2024 de los Tiburones de La Guaira, dos nombres resuenan con fuerza: Tommy Lasorda y Oswaldo Guillén.
Ambos mánagers comparten la distinción única de haber ganado desde el banquillo una Serie Mundial, una liga de béisbol invernal y la Serie del Caribe. Pero hay muchos más vínculos en sus brillantes carreras y en sus formas de dirigir.
El orden de sus logros no sigue la misma cronología pero la grandeza de Lasorda se construyó de menos a más. Desde la Liga Dominicana con los Tigres del Licey en la temporada 1972-73, la Serie del Caribe de febrero de 1973 y la Serie Mundial con los Dodgers en 1981 y 1988, el legado de Tommy Lasorda es ascedente. En contraste, Guillén trazó su camino hacia la Triple Corona en un orden distinto: Serie Mundial con los Medias Blancas de Chicago en 2005, Liga Venezolana de Béisbol en 2023-24 y la Serie del Caribe en febrero de 2024. Además, Guillén consiguió todos estos logros con los equipos de su amores: los Tiburones de La Guaira y los Medias Blancas.
El legado y estilo de Pompeyo Davalillo
En la historia de Lasorda y Guillén hay un nombre que se convierte en un puente: Pompeyo Davalillo (1928-2013). Creo que en historiografía Davalillo sería “la piedra angular” de las similitudes entre Lasorda y Guillén. Reflexionemos.
Davalillo fue jugador y mánager venezolano, conocido como “Yo-Yo” en Estados Unidos, dejó huella al dirigir al equipo Salamanca en México, convirtiéndose en el primer venezolano en liderar un equipo de béisbol profesional en otro país. Es decir fue el primer mánager profesional venezolano en ser inmigrante.
Davalillo también compartió momentos cruciales con Lasorda. En la temporada 1971-72, Lasorda fungió como coach de Davalillo con los Leones del Caracas en la Liga Venezolana, y al siguiente año, Lasorda asumió como mánager de los Tigres del Licey, logrando su primer campeonato profesional. Pareciera que las últimas pasantías de Lasorda antes de convertirse en mánager campeón estaban destinadas a coincidir con quien por aquella temporada fuera su jefe: Davalillo.
En ningún momento pretendo decir que todo lo que sabía Lasorda fue gracias a Pompeyo, para nada. Pero si quiero dejar en claro que no es casualidad que Lasorda la temporada siguiente de ser coach de Davalillo ganara como mánager novato su primer campeonato profesional en Dominicana y una Serie del Caribe. Las similitudes en la forma de dirigir entre Lasorda y Davalillo son sorprendentes.
Mi opinión es que Davalillo le enseñó (con palabras y acciones) a jugar el béisbol caribe y el béisbol agresivo con equipos favoritos para ganar el campeonato. Lasorda fue coach de un mánager competitivo como Davalillo y hasta ese momento Lasorda había sido tan solo un caza talento y un formador de equipos menores en EEUU, pero no un mánager ganador. Los entendidos saben que no es igual ser un mánager de un equipo favorito para campeón que un mánager del montón. Las presiones y gestiones son muy diferentes. Exactamento eso fue una de las cosas que le enseñó Davalillo a Lasorda.
Por aquellos años es sabido que peloteros y mánagers estadounidenses iban a las ligas invernales para mejorar y aprender en su formación. Hoy en día todo cambió pero no es el tema.
Casualidad o no, es importante resaltar que en esa temporada de 1971-72 Lasorda tuvo su última pasantía como coach y fue un año de inflexión en su carrera. Con los Leones del Caracas, Lasorda no logró ganar, pero si sufrir las derrotas de un equipo que estaba para ser campeón. Y esta es una dolorosa verdad en la vida: perder enseña más que ganar.
En los años 70′ como en nuestros días en las Ligas Invernales del Caribe se juega para ganar y no hay ningún proceso formativo porque casi todos los jugadores profesionales latinos hacen vida y se forman en Las Menores de la MLB. No obstante, el mánager local o extranjero que en el Caribe no gane o se va o que aguante los insultos de la fanaticada (si no pregúntenle a Phil Regan, mánager estadounidense que dirigió en los 90′ en Venezuela). Mi hipótesis es que Lasorda en Caracas junto a Davalillo aprendió a ganar y competir más que a formar nuevos talentos, algo que ya sabía y lo hacía muy bien. Tanto así que en la fructifera carrera de Lasorda en Las Mayores hasta nueve de sus jugadores ganaron el Premio al Novato del Año. Cuán grande fue Lasorda.
Pero el destino no solo conecta a Lasorda con Davalillo, sino también con Ozzie Guillén. En la década de los 80′, Pompeyo Davalillo desplegó su sabiduría y disciplina con los Tiburones de La Guaira, formando la famosa “Guerrilla” junto a Guillén y otros talentosos peloteros venezolanos. De hecho, estos Tiburones en los 80′ ganaron tres veces y con un doblete (1984-85 y 1985-86). Aquella temporada de 1986 fue la última hasta que 38 años después Tiburones bajo el mando de Oswaldo Guillén ganaran su 8vo título en 2024.
Guillén ha declarado en repetidas ocasiones que Davalillo fue su mentor en el béisbol, un padre para muchos de los jugadores de aquella generación. Y las similitudes en su forma de juego entre Guillén y Davalillo son obvias (como con Lasorda). ¿Casualidad? Lo dudo. Tanta casualidad es lógicamente improbable.
Tanto Lasorda como Guillén comparten un enfoque agresivo en el juego. Pompeyo Davalillo, el vínculo común, era conocido por su estilo audaz, incorporando jugadas tácticas como toques de bola sorpresivos, robos de base constantes y bateo y corrido. Davalillo era un mánager para equipo grande, para equipo favorito, esos equipos que solo saben ganar. Este béisbol agresivo se ha convertido en una característica distintiva de ambos mánagers (Lasorda y Guillén) que terminaron ganando la Triple Corona.
El vínculo latino entre Lasorda y Guillén
Finalmente, un lazo latino une a Lasorda y Guillén. Thomas Charles Lasorda (1927-2021), estadounidense hijo de inmigrantes italianos, comparte raíces latinas con el oriundo de Ocumare del Tuy, estado Miranda, el venezolano Oswaldo Guillén. Este vínculo cultural latino agrega otra capa de complejidad y conexión a la historia entre estos dos icónicos mánagers del béisbol.
Para los despistados, los orígenes de españoles e italianos y sus descendientes son latinos porque el Imperio Romano hablaba latín y conquistó Hispania. Ser latino no es un tema de color de piel, ni religioso, ni tampoco es algo estrictamente genético. Ser latino es un tema cultural y me atrevo a decir que básicamente es un tema del idioma materno: español, italiano y portugués (entre otros). Volvamos al tema.
Fíjense que Lasorda fue el mánager de los Dodgers en la época de Fernando Valenzuela y la “Fernandomanía”. No me quedan dudas que el paso de Lasorda por el béisbol caribeño lo ayudó a conocer y relacionarse mejor con sus peloteros latinos y con todos aquellos fans mexicanos que en los 80′ y hasta hoy forman la gran fanaticada de los Dodgers. ¿Casualidad que Lasorda fuera mánager de esos Dodgers? Claro que no. No hay casualidades sino “causalidades”. Sin embargo algunos creen que la no continuidad de Valenzuela con los Dodgers tuvo que ver con su relación con Lasorda, pero este fue un tema personal entre ellos. En suma, Lasorda se caracterizó por ser un mánager con poca paciencia con sus lanzadores.
En el juego de la vida y el béisbol, estas conexiones inesperadas para muchos -pero que se encuentran en las profundidades y los tesoros de la historia- entre Lasorda, Guillén y Davalillo tejen un tapiz único de legados, éxitos y enseñanzas que perdurarán en la historia del béisbol latinoamericano.
Y como dicen muchos historiadores: la historia la escriben los ganadores y vaya que Lasorda, Davalillo y Guillén son ganadores. También agregan otros: los inmigrantes forjan esa historia ganadora porque Lasorda, Guillén y Davalillo todos fueron de alguna u otra manera inmigrantes que enaltecieron “su” béisbol fuera de “sus” fronteras o zonas de confort.