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    Como China ralentizó la rotación de la tierra (y nadie le prestó atención)

    Mientras usted lee esto, otras megaconstructiones están en marcha, otros cuerpos de agua están siendo desplazados de otros saldos están siendo alterados. Y la rotación del planeta... sigue cambiando.

    Entre 2006 y 2009, China completó uno de los más colosales obras en la historia de la ingeniería moderna: la Presa de las Tres Gargantas. Un monstruo de cemento de más de 180 metros de altura, de 2.300 metros de largo, y capaz de la celebración de los 39 billones de kilogramos de agua.

    Pero el impacto de esta mega-construcción no se detuvo en las fronteras del Río de Yangtze. No. Su efecto fue tan profunda que, literalmente, cambió el equilibrio del planeta.

    Según la NASA, el llenado del embalse fue suficiente para frenar la rotación de la Tierra y cambio, aunque sea mínimamente, el eje de la Tierra. Sí, has leído bien: un proyecto humano, ha cambiado la forma en que el planeta gira.

    Y, sin embargo, el mundo siguió como si nada hubiera sucedido.

    3 centímetros, que nadie se mide (pero todo el mundo se siente)

    Según los cálculos por el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL), el eje de la Tierra cambió de unos 2 centímetros, y el día de la Tierra se alargó 0.06 microsegundos. Ridículo, dirán algunos. Pero en términos planetarios, es una señal de advertencia. Si una presa puede cambiar la velocidad de rotación de un cuerpo de 6.000 km de radio y un peso de 5.9 sextillion toneladas, ¿cuánto más puede el clima o gravitacional cambio de sistema si seguimos construyendo la imprudencia?

    La lógica es simple: por el movimiento de colosales masas de agua desde el ecuador hasta las elevaciones más altas en el hemisferio norte, el planeta de la inercia se redistribuye. Es como si de repente alguien extendió sus brazos en un giro de skate. Se gira a menor velocidad. Hicimos lo mismo con la Tierra. Y lo hicimos sin preguntar.

    La Presa de las Tres Gargantas no es sólo un símbolo de potencia industrial. Era—y sigue siendo—una visión geopolítica del experimento en una tectónica de la escala. Oficialmente construido para evitar las inundaciones y generar energía hidroeléctrica, el proyecto provocó el desplazamiento de más de un millón de personas, sumergidos en las ciudades históricas, y transformado para siempre el curso del Río Yangtsé. Todo en nombre del "progreso".

    Lo que no dicen (al menos no en la oficial del Partido Comunista de los discursos), es que este "progreso" también afectó el balance axial del planeta Tierra. El hecho de que no se han realizado conferencias internacionales sobre este tema es quizás el más revelador parte de la materia. Porque si un país puede modificar el eje del planeta sin consecuencias diplomáticas, luego de geofísica de la soberanía no es un asunto de la ciencia, sino de poder.

    La NASA confirmó. El mundo lo ignoró.

    "La masiva redistribución del agua alteración de la Tierra, la inercia, la" científicos del JPL, reconoció. Pero más allá de los trabajos académicos y la ocasional sensacionalista titular, el evento pasó desapercibido en la agenda global. No hubo resoluciones en la ONU, no hay debates en Davos, no hay protestas frente a embajadas Chinas.

    Podría ser que estamos tan acostumbrados a destruir el planeta que ya no nos sorprende cuando nos manipulan como un trompo?

    Si esta historia fuera una novela distópica, la presa podría ser una metáfora de la civilización de desequilibrio: una humanidad que, en su afán de controlar la naturaleza, termina perdiendo el control de sí misma. Pero no. Esto es real. Lo que sucedió. Y no es así.

    Mientras usted lee esto, otros megaconstructions están en marcha, otros cuerpos de agua están siendo desplazados de otros saldos están siendo alterados. Y la rotación del planeta... sigue cambiando.

    Tal vez el verdadero eje debemos reequilibrar no es la de la Tierra, pero que de nuestra conciencia.

    Abel Flores
    Abel Floreshttp://codigoabel.com
    Periodista, analista e investigador con especial atención a la geopolítica, la economía, el deporte y fenómenos que desafían la lógica convencional. A través de Código Abel, combino mi experiencia laboral de más de dos décadas en diversas fuentes periodísticas con mis intereses y gustos personales, buscando ofrecer una visión única del mundo. Mi trabajo se basa en el análisis crítico, la verificación de datos y la exploración de conexiones que a menudo pasan desapercibidas en los medios tradicionales.

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